Contaminación por ladrilleras en Guanajuato: grave problema de 50 años

2022-06-25 12:54:06 By :

La contaminación por ladrilleras en Guanajuato es un problema de gran impacto en la salud de los ciudadanos desde hace 50 años

Nissandra Del Río / Daniel Moreno / Nayeli García

Guanajuato.- La contaminación por ladrilleras en Guanajuato es uno de los mayores problemas que enfrenta el estado, especialmente en León o Abasolo, desde hace años. Pero, ¿por qué es un grave problema para el medio ambiente y para la salud de la ciudadanía?

Hasta noviembre del 2021, Guanajuato contaba con alrededor de 791 ladrilleras distribuidas en 33 municipios del estado. Sin embargo, según datos del Directorio Estadístico Nacional de Unidades Economicas del Inegi, sólo seis municipioas concentran el 62.45% de las manufactureras.

Si bien en este top 5 se incluyen León, Abasolo, Silao, Yuriria, Guanajuato y Manuel Doblado, tan solo el primero compila el 23.5% de las ladrilleras en todo Guanajuato. Esto es, casi una cuarta parte de las productoras.

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Pero las cifras serían aún mayores, pues a decir de la titular de la SMAOT, Isabel Ortiz Mantilla, hay hasta más de 2 mil hornos ladrilleros en 38 municipios de Guanajuato. Donde la industria ladrillera suma más de 50 años en servicio y coloca al estado en el cuarto lugar con mayores hornos ladrilleros.

La necesidad de transportar agua hasta sus casas cuando no existía el plástico, los vecinos en Tarimoro comenzaron a fabricar cántaros de barro. De allí se inició la actividad ladrillera, que hoy forma parte de su identidad.

Desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX los habitantes usaban cántaros de barro para llevar agua a sus casas. Al conocer las técnicas de elaboración del barro, muchos comenzaron por fabricar tabiques, baldosas y tejas.

La actividad siguió viva de generación en generación y se mantiene vigente. Sin embargo, en esos 50 años, en Tarimoro solo han logrado evitar que cuezan los tabiques con llantas u otros materiales sintéticos.

Desde hace unos 15 añoslos ladrilleros usan materiales como estiércol, cáscara de coco, madera o aserrín. Esta, deben traer desde lugares como el mercado de abastos de Celaya. Con el uso de leña como el principal combustible se producen entre 21 mil a 45 mil tabiques en una sola encendida, dependiendo del tamaño del horno.

“Antes sí quemaban llantas, pero hace unos 15 años había un funcionario (municipal) que revisaba los hornos para que no (se hiciera). Nosotros cambiamos las llantas por la cascara de coco”, dice Sergio, uno de los ladrilleros entrevistados.

Las promesas de los gobernantes, sin embargo, han sido hacer un parque ladrillero, facilitar el uso de maquinaria y brindarles apoyos. Pero hasta el momento solo les han dado un paquete de herramientas manuales y un camión que se entregó a una cooperativa de ladrilleros del municipio.

Fuera de eso, la actividad sigue siendo tan artesanal y antigua como siempre.

Foto: Martín Rodríguez

Sin embargo, así como sus resultados son benéficos para la economía de estos municipios, también resultan en una bomba de tiempo para la salud de sus ciudadanos. Y es que, a decir del estudio de Salud Pública de México —del Instituto Nacional de Salud Pública— la afectación no es sólo a los trabajadores, sino también a mujeres, niños y adultos mayores.

“La principal ruta de exposición a contaminantes es el aire, y ocurren, además, procesos de deposición atmosférica en suelo, sedimentos y cuerpos de agua”, explica.

Asimismo, precisa que entre los principales contaminantes figuran el monóxido de carbono (CO) y el material particulado (PM2.5 y PM10). Pero además, el dióxido de nitrógeno (NO2), de sulfuro (SO2) y metales pesados, entre otros. Tan solo el material particulado es considerado uno de los seis contaminantes en calidad del aire, salud y bienestar para de la población.

El problema es aún más grave luego que, a decir de un análisis de estudiantes de la UG, la concentración de contaminantes alcanza hasta unos 50 kilómetros a la redonda. Pero dependiendo de la temporada va de entre los 2 a los 7 km.

La cifra representa un sólo horno ladrillero de la zona de El Valladito puede alcanzar a contaminar desde San José del Consuelo hasta la Central de Autobuses.

“Elaborar tabiques es laborioso y pesado, aunque con el uso de las carretillas para acarrear la tierra aligeró el trabajo”. Así lo comentó Don Jesús, quien recordó que cuando era niño, lo primero que se aprendía era a llenar las cubetas y acarrearlas hasta donde se moldea el tabique. Ahora ya se usan carretillas para la mezcla.

Después de ser tratada con las manos y con los pies descalzos, para conseguir la textura perfecta y tabiques resistentes, se les moldea. Entonces se raspan y se tiene que esperar hasta dos o tres días para entrar al horno.

Se estima que cada uno de los hornos requiere del trabajo de entre seis y siete personas, aunque varía según el tamaño y necesidades de cada uno. Mientras que en sueldos hay gente que acarrea tierra, hace los adobes, maneja el horno, carga y descarga entre otras cosas.

“No diario se prenden los hornos”, comentó Don Jesús, quien ha visto en este oficio el medio para poder estudiar a sus hijos, vestirlos y darles de comer.

Se ha comprobado que la exposición a partículas de la industria ladrillera implica principalmente afectación al sistema respiratorio. Ello desencadena enfermedades pulmonares con efectos agudos como tos y flema crónica, opresión del pecho, sibilancias en el pecho.

Pero además efectos crónicos como disnea, asma, bronquitis, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, neumoconipsos y problemas cardiovasculares.

Los efectos resultan de especial atención en mujeres, quienes a través de estudios internacionales han presentado valores anormales en presión arterial. Más aún, impacta en los niveles de progesterona sérica y en la relación progesterona/estrógeno.

“Existen también riesgos físicos relacionados con riesgos ergonómicos por medidas de protección desfavorables y cargas excesivas de materiales. De esta manera, afectan principalmente a la espalda y ocasionan trastornos musculoesqueléticos”, recopila Salud Pública de México.

Cabe destacar que las normas de la OMS y Nacionales ubican los límites entre 20 y 45 microgramos/metro cúbico de material particulado 2.5. Sin embargo, en Guanajuato el nivel ronda hasta los 57 microgramos por metro cúbico en promedio.

Recientemente, los hornos son sacados de la zona urbana y los llevan a las orillas para evitar la contaminación y cuidar el medio ambiente. Los trabajadores —como Ángel, Sergio y Julio— están conscientes que el humo que expide el horno hace daño a la salud.

También saben que contaminar el aire los afectará a la larga. Frente a ello, una de las pocas respuestas para hacerle frente fue el establecimiento de horarios.

Según explicó J. Jesús Razo, quien ha trabajado haciendo tabiques desde los 8 años, la Secretaría de Medio Ambiente y Ordenamiento Territorial (SMAOT) estableció horas en distintos puntos de Abasolo para quemar ladrillos. Ello, en busca de aminorar la elevación de contaminantes.

“Tenemos horarios. Son horarios porque Ecología repartió las horas en diferentes puntos de la comunidad. (Por ejemplo) en las zonas céntricas empiezan a quemar después de las 10:00 o 13:00 horas. (…) Dicen que en la mañana, cuando está fresco el tiempo, el humo no asciende y se queda en el suelo”, comentó.

De esta manera la contaminación ahora afecta abajo, lo cual no quiere decir que se elimine el problema. Evidencia de ello la da el libro Remediación de Suelos y Acuíferos Contaminados en México de la Colección Fundap, publicado en 2012.

En este se cita que los suelos de las zonas de ladrilleras presentan contaminación “por compuestos de alto peso molecular, compuestos halogenados y diversos metales. Estos metales pesados son un factor restrictivo en la recuperación de un sitio”.

Y es que, en promedio, los hornos duran prendidos de entre 7 a 8 horas cuando el tabique es muy pesado. O bien, de 5 a 6 cuando la tierra con la que se hizo es más ligera y hace el tabique más resistente.

De esta manera, conforme lo indica el prólogo del material citado:

“Los costos de la Remediación del Suelo y el Agua llevan a la misma innegable conclusión. Los modos existentes de desarrollo industrial simplemente no son sustentables desde el punto de vista ecológico y la Remediación de los pasivos ambientales tiene un costo muy elevado”.

El trabajo precario es la ausencia de seguridad en el empleo. Se caracteriza por menor participación en el diálogo social, falta de seguridad social, deterioro de derechos laborales, etcétera. Existen muchos ejemplos de ocupaciones precarias, uno de ellos es la ocupación ladrillera.

Según recopila un estudio de la revista Reaxión de la Universidad Tecnológica de León, los hornos ineficientes, trabajo familiar y combustibles prohibidos propician el aumento de contaminantes.

Un trabajador ladrillero en Tarimoro gana entre $350 y $450 diarios, dependiendo de su puesto. Mientras en Abasolo el salario se paga por tabiques elaborados: si alcanza el millar puede recibir entre 700 y 800 cada tanda.

El sueldo parece superior a muchos otros negocios e, incluso, al salario mínimo, pero en la realidad resulta sorprendentemente precario al ser sin prestaciones. Como lo recuerdan Sergio Antonio Jiménez y Julio Cervantes, dos trabajadores este ramo.

Ellos, como la mayoría, heredaron el oficio por los padres o abuelos.

“Aquí gana si se trabaja”, comentó Don Jesús. Quien dijo que no hay un horario fijo para realizar la labor. “Pero es preferible llegar antes de que salga el sol para avanzar”.

La marginación de las zonas rurales vuelve la fabricación en una tarea familiar, generando un clima de desarrollo conductual negativo. Además, en la zona usan combustibles prohibidos por ordenamientos y leyes gubernamentales. Esto es: basura, plásticos, papel, cartón o llantas de hule usadas.

“A las autoridades les es casi imposible vigilar que los productores cumplan con dichos ordenamientos y leyes. Ello obligaría al cierre de estas fuentes de empleo lo que ocasionaría un éxodo masivo a las ciudades de la masa de trabajadores. Algunos analfabetas engrosarían los cinturones de miseria y los cuerpos criminales. Por ello soslayan la mencionada vigilancia y permiten la quema de artículos grandemente contaminantes”, denuncia el texto.

Finalmente, documenta que hay inclusive algunos hornos que se construyen sin la caja superior y no cuentan con ranuras para los gases de la combustión.

Adrián Razo, de Abasolo, aprendió desde los 11 años a elaborar el tabique junto con su padre y hermanos. A casi 40 años de dedicarse mayormente a este oficio, reconoció que los hornos han ido desapareciendo.

Ello coincide con Tarimoro, donde de los 200 hornos ladrilleros que había, ya solamente unos 100 o 150 funcionan. Sus propietarios y trabajadores abandonaron el resto para probar suerte en otra actividad, incluso, migrando a Estados Unidos.

Otra de estas actividades es la llegada de las industrias a Guanajuato que resultó atractiva a las nuevas generaciones. Sin embargo, consideran que aun la industria tiene potencial, pese a que no sólo sea en el lado ladrillero.

“Ha sido, como quien dice, el sustento de casi todas las familia. Ahorita pues ya no es lo mismo, antes había mucho más hornos. Con eso de las empresas e industrias que llegaron, pues ya mucha gente empezó a trabajar dentro de las empresas. Esto empezó a decaer un poco, pero directa o indirectamente hay mucho empleo con los albañiles, las construcciones y todo eso. El material de aquí sale”, enfatizó Don Jesús.