Avanzar la temporada o ir a otras cimas para sortear los peligros del Mont Blanc

2022-10-03 06:01:09 By : Ms. Sophia Feng

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Dos personas atraviesan la zona del Grand Couloir de Goûter, en la ruta clásica para ascender el Mont Blanc 

El 15 de julio, serían las 5.50 de la mañana, después de cruzar el Grand Couloir de Goûter, a 3.270 metros, empezaron a caer grandes bloques de piedra, yo estaba con el equipo que filmó un vídeo que se hizo viral. Entonces me dije que ese sería el último Mont Blanc que hacía”, relata Sergio García, guía de alta montaña con base en Chamonix desde el 2001. Poco después de este suceso, la prefectura de la Alta Saboya y el alcalde de Saint-Gervais-les-Bains emitieron la recomendación de suspender las ascensiones al techo de los Alpes, de 4.809 metros, a la que se sumaron las dos compañías de guías de referencia, la Chamonix y la de Saint-Gervais. Si el Grand Couloir o “corredor de la muerte” ya se presenta como un punto comprometido en un año normal, este tórrido verano lo ha sido mucho más, ha activado todas las alertas y ha invitado a reflexionar sobre cómo abordar, a partir de ahora, la anhelada cima ante el preocupante contexto climático.

Dos personas, camino de la cima 

Los alpinistas consultados subrayan que el calentamiento obliga a recortar la temporada, que normalmente se prolonga del 1 de junio hasta el 30 de septiembre, a la vez que proponer otras cumbres menos peligrosas a los clientes. “Una alternativa es trabajar en el Mont Blanc entre principios de junio y alrededor del 10 de julio y volver a finales de agosto y durante septiembre, en función de la climatología de cada año”, considera Ferran Latorre, quien, como García, es guía UIAGM, la máxima titulación. Misión de los profesionales es aconsejar ir a otras montañas de los Alpes cuando el Mont Blanc exhibe sus peores condiciones. “Es complicado porque la mayoría de gente solo quiere ir al Mont Blanc; después de la covid ha habido una gran demanda, de personas con poca experiencia, que casi nunca se han puesto unos crampones; algo similar a lo que pasa en el Aneto”, añade García. “En general, sus conocimientos técnicos son muy básicos. Los perfiles más frecuentes son el de aquel que cada año se marca un reto deportivo, el que desea hacer algo de montaña y, como el Mont Blanc es la más alta, la quiere subir sí o sí o el que está abierto a probar otras cosas”, cuenta el veterano guía Fabio Levi. Si en el 2021 acompañó a 15 aspirantes a culminarlo procedentes de distintos países, hasta finales del pasado agosto había acompañado a cinco por las restricciones decretadas durante un mes. “Calculo que la actividad en el Mont Blanc habrá bajado un 30%, pero lo hemos compensado con otros picos”, precisa Levi.

Dos montañeros subiendo este verano la Aiguille de Goûter 

Más del 90% de los candidatos a coronarlo eligen la vía clásica, la de Goûter, cuyo enclave más comprometido es el Grand Couloir, también conocido como corredor de la muerte o “la bolera”, por la frecuente caída de piedras a causa del deshielo del glaciar. Un fenómeno que el cambio climático alimenta.

Para ilustrar la dimensión del problema es interesante acudir a Rock destabilisation in the Grand Couloir of the Aiguille du Goûter , un estudio multidisciplinar sobre la ruta normal dirigido por Jacques Mourey, de la Universidad de Grenoble Alpes. “Probablemente, este itinerario observa más accidentes que ningún otro en los Alpes, con un promedio de 3,7 muertes y 8,5 heridos cada verano desde 1990. La desestabilización de las rocas es la causa directa de al menos el 29% de los siniestros”, indica el trabajo. A través de sensores sísmicos y de temperatura, de una cámara digital automática para monotorizar los cambios en la cubierta de nieve del Grand Couloir, de un dispositivo que capta el número de personas que atraviesan este punto y también de medidores topográficos de alta resolución, los investigadores estudiaron y cuantificado los episodios que derivaron en desprendimientos de piedras en los veranos de 2018 y 2019. “El paso por “la bolera” es muy breve, de menos de un minuto, pero es una lotería”, concreta García.

Ferran Latorre llegando a la cima con un cliente este verano 

Los autores del informe calcularon que, en el 2019, se produjo un desprendimiento cada 37 minutos pero que en los momentos más críticos, entre las 19 y las 20 horas, la frecuencia se reducía a cada 24 minutos. El corredor objeto del estudio presenta menos riesgo de aludes de rocas de las 9 a las 10 de la mañana y se recomienda evitarlo en lo posible a partir de las tres de la tarde y hasta las 10 de la noche. Estos episodios están vinculados al deshielo, que propicia que las piedras queden sueltas, y al deterioro del permafrost, que también se intensifica por la lluvia.

La temporada más triste hasta el momento fue la del 2017, cuando once personas perecieron entre los refugios de Tête Roussse y Goûter, los utilizados en la vía clásica, según consta en esta investigación, promovida también por la fundación Petzl. Esta cifra representa el 31,4% del total de fallecidos en las montañas francesas durante los meses estivales. Cabe precisar que ese verano se contabilizaron picos de hasta 600 personas camino de la cima.

Otro estudio también liderado por Jacques Mourey, y en el que participó el Pelotón de la Gendarmería de Alta Montaña en Chamonix (PGHM, en sus siglas en francés), analiza los accidentes en el itinerario clásico, en el periodo 1990-2017, que utilizan alrededor de 17.000 personas cada año. De media, trece montañeros requieren un rescate cada verano y casi cuatro mueren en el tramo comprendido entre el Grand Couloir y la subida hasta la cresta de Goûter. El informe ( Accidentology of the normal route up Mont-Blanc 1990-2017 ) subraya que en estos 27 años se realizaron 387 operaciones de salvamento con 102 muertos (26%), 230 heridos (59%) y 55 ilesos (14%).

El documento pone de relieve que en el año en el que se lamentaron más decesos, el 2017, la causa principal de accidentes fue la caída de los montañeros en el Grand Couloir y en la cresta y la segunda, el impacto del desprendimiento de rocas. Asimismo, advierte de que la popularidad de la ruta atrae cada vez a más personas, muchas sin habilidades técnicas para salir de un aprieto. También apunta que la proporción de incidentes es superior en el caso de los que acuden sin un guía profesional.

El balance de este verano en el Grand Couloir, con un mes sin ascensos, es el de una víctima mortal, un hombre de 73 años al alcanzó un gran bloque de roca, el 22 de junio.

Las limitaciones en el Mont Blanc se extienden en otros tantos destino alpinos en los que el calentamiento ha cambiado su fisonomía y ha hecho más peligrosos o impracticables. “El terreno de juego se ha reducido muchísimo; un ejemplo es el libro sobre las 100 mejores ascensiones en el macizo del Mont Blanc de Gaston Rébuffat, ahora un número muy elevado ya no pueden hacerse”, comenta Latorre, que considera que responsabilidad del guía es educar al cliente, seducirlo para ir a otras montañas de la zona que le pueden proporcionar la misma satisfacción y menos riesgo.

Sergio García, con cuyo testimonio iniciamos este reportaje, al final decidió regresar al Mont Blanc, a finales de agosto, “cuando la temperatura descendió y el terreno estaba más estable”.

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