El pozo que dio de beber a El Pajar - La Provincia

2022-10-16 02:18:26 By : Ms. Nancy Li

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El pozo y el edificio donde aguarda la maquinaria de bombeo de agua, en El Pajar. José Carlos Guerra

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José Jiménez tenía 10 años cuando iba con su padre a las inmediaciones del pozo ubicado junto a los laureles de indias de El Pajar para observar, como si de algo extraordinario se tratase, cómo un sistema de correas contribuía a extraer el agua desde las entrañas de la tierra. «El funcionamiento era casi un entretenimiento para los niños del pueblo, que nos acercábamos hasta allí para ver cómo se elevaba el agua», recuerda hoy este pajarero a sus 72 años. Aquel pozo pertenecía entonces a la familia condal y su agua era utilizada para regar los cultivos primero de tomate, caña dulce y papas, y luego de plataneras en las extensiones de suelo agrario ubicadas en la desembocadura del barranco de Arguineguín. Pero también sirvió para paliar la sed y la falta de agua que sufría la población local, que aprovechaba las fugas hacia el mar para recoger el agua para beber, ducharse o lavar la ropa. Después de casi seis décadas en desuso, el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana ha puesto en marcha un plan para rehabilitar la estructura y embellecer todo su entorno.

El pozo está en mal estado de conservación y protegido con una rejilla. José Carlos Guerra

El pozo de los laureles inició su actividad a principios del siglo XX y, explican técnicos municipales, es probable que no funcionase directamente con el motor diesel, sino que primero arrancase con la tracción animal y luego se modernizase al motor del que todavía se conserva la maquinaria en el interior del edificio. Esta infraestructura hidráulica tiene un diámetro de unos cuatro metros, entre cuatro y seis metros de profundidad, está construida en mampostería ripiada de color claro con enfoscados de cal y arena y funcionó a través de un sistema de ruedas dentadas y pistones.

Después de alrededor de 60 años de abandono, contemplar ahora las instalaciones del pozo es descorazonador porque el que fuera un importante sistema de captación de las aguas subterráneas en las tierras áridas del sur de la isla es ahora un pozo que se encuentra en mal estado de conservación: le faltan multitud de piezas, el enfoscado de la parte inferior se ha desprendido y hasta la escalera de madera que aguarda en su interior para acceder a él está destrozada. Tiene agua, pero sobre esta lámina y en la parcela donde se ubica el pozo se acumula una gran cantidad de basura entre latas, botellas, cajas de plástico, bolsas y maderas. Para evitar accidentes, la boca del pozo está protegida con una reja de hierro.

El edificio anexo donde se conserva la maquinaria del pozo no está en mejor situación: en el exterior, mientras que la parte más alta del inmueble presenta un mejor aspecto, la baja muestra una fachada con la cantería al descubierto y unos bloques desgastados; y prácticamente la fachada entera está llena de grafitis. Los vanos, esto es las puertas, ventanas y otros accesos, están tapiados desde hace años para evitar actuaciones vandálicas. Y en cuanto al interior, el techo está en mal estado y también se acumula la basura que se ha podido echar a través de una ventana cubierta con una reja metálica.

El pozo se encuentra a apenas 300 metros de la orilla del mar, lo que provoca que sus aguas sean muy salobres, apenas tenga aporte de agua dulce y no sean aptas para el cultivo. Y ese es el motivo, baraja el Consistorio y también los vecinos, que abocó a su abandono, pues antaño corría agua por los barrancos, un agua que minaba y llegaba a los pozos. Hasta que dejó de fluir.

Algunos vecinos de El Pajar, cada vez menos y sobre todo los más mayores del pueblo, todavía recuerdan aquel pozo en activo. «Siempre hubo agua, pero dejó de usarse porque el conde, para regar sus cultivos, traía el agua dulce de una mina ubicada a la altura de Cercados de Espino», relata José Jiménez, quien recuerda que desde la parte baja del pozo salía una escorrentía que corría hacia la playa y que muchos vecinos aprovechaban para coger agua para beber, para ducharse o lavar su ropa. «Este pozo era muy importante para el pueblo porque de allí cogíamos muchos el agua», rememora, «el condado nunca nos decía nada porque aquí casi todos los vecinos trabajábamos en esos cultivos y muchos salimos adelante gracias al agua de ese pozo».

Imagen de la parcela de El Pajar donde se ubica el pozo y se creará el parque infantil. José Carlos Guerra

Recuerdos de aquella época también tiene el vecino Juan Martín, quien entre 1963 y 1968 fuera el guardia de seguridad de la finca del conde donde se ubicaba el pozo. «Se sacaba el agua pero no con mucha frecuencia porque el agua estaba picada, contenía mucha sal; la echaban en un estanque y la mezclaban con agua dulce que traían de una presa y así podían regar las plataneras», señala Juan, quien también fue policía local del vecino municipio de Mogán, «pero dejó de usarse porque el agua era cada vez más salobre y no la podían estar sacando y mezclando continuamente, así que directamente empezaron a traer agua de una mina del barranco de Arguineguín y de una presa para regar los cultivos». «También mantenía la vida en el pueblo».

Eso conllevó a que los vecinos también se quedasen sin aquel agua que cogían de las escorrentías del pozo para beber y hacer su vida, así que tuvieron que cambiar la ubicación y caminar más kilómetros para buscar agua. «Tuvimos que empezar a ir a las inmediaciones de Vento o de Cercados de Espino -a unos 12 kilómetros- a recoger agua; con la salinidad de este pozo era imposible beberla».

Pocos son los vecinos que hoy tienen recuerdos de sus vivencias junto a aquella boca que años después pasó a manos públicas y que ahora el Consistorio tirajanero quiere rehabilitar para conservar este patrimonio y mejorar su entorno con un área de esparcimiento. En una primera fase, el proyecto, diseñado por el arquitecto Jorge Manzano, contempla la intervención en el inmueble al objeto de restaurarlo para convertirlo en un museo de sitio con paneles informativos sobre su origen y funcionamiento, además de habilitar una zona de juegos infantil en la zona norte de la parcela, generando en el centro del barrio una amplia zona de espacios libres. Esta primera fase cuenta con un presupuesto de 162.000 euros. Posteriormente se intervendrá en en la recuperación de la estructura del pozo.

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