La idea reveladora de una pareja neuquina para el desecho de la fruta: crearon "panes" que generan más calor que la leña | Agrofy News

2022-09-25 07:01:45 By : Ms. Sophia Feng

Se trata de la empresa Biot que genera energía a través de orujo; son una opción de bajo impacto para calefaccionar

Parecen troncos de leña, combustionan de forma similar y generan calor, pero son panes de la empresa Biot que están hechos de residuos de la industria alimenticia y, para su elaboración, no se tala ningún árbol. Se trata de panes de orujo —el desecho de la fruta— que forman parte de la economía circular y son utilizados como una opción de bajo impacto ambiental para calefaccionar o cocinar.

“Es transformar el desecho en energía”, sintetiza en diálogo con Agrofy News José Alberto Aramberri, quien está detrás de Biot, el proyecto que fundó junto a su esposa Cristina Di Francesco hace 10 años. El orujo es el desecho de la fruta que queda luego de hacer sidra o jugo, es decir, la pulpa, la cáscara y las semillas. “Le di una vuelta más y no solo sale pan para quemar leña, sino que lo hago polvo y esa energía lo puedo usar como pellet para estufa y sirve para alimentación y para hacer enmiendas en tierras saladas”, adelanta el emprendedor, que es veterinario de profesión y tiene 70 años. Además, explica que hay lugares donde ya están tratando el orujo para hacer biogás. “Se amplía el panorama presentándolo en distintos estados. Estas alternativas son alentadoras”, describe en relación al potencial que tiene la reutilización del orujo.

Desde que Aramberri recuerda, siempre le gustó “lo exótico” y se describe como un apasionado por “lo raro”. El veterinario es oriundo de la ciudad bonaerense de Tres Arroyos, pero hace 25 años que se instaló en la provincia de Neuquén. Al principio comenzó usando el orujo como alimentación animal, pero luego conoció a personas de la zona que utilizaban el residuo de la manzana y la pera como calefacción y en hornos de ladrillo. “Yo no podía creer que se usara para eso”, admite. Entonces, en 2012 tuvo una idea, que pronto se transformó en un desafío.

Primero decidió enviar una muestra al INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) para conocer qué tipo de energía tenía. “Cuando me vino el informe del poder energético del orujo, me di cuenta de que es energía y que había que transformarla en leña. Ahí empezó el desafío de cómo hacer de esa sopa, un pan o un `tronco´ de orujo de fruta, que no era fácil, porque nadie lo hacía”, afirma.

El poder calórico del Biot es de 4254 kilocalorías, es decir, es superior al de las maderas. En comparación, por ejemplo, el quebracho tiene entre 3700 y 4000 kilocalorías y el caldén, entre 3900 y 4200.

El circuito es simple. El orujo, cuya consistencia es similar a la sopa espesa o al locro, es transportado en camiones volcadores desde una planta juguera o sidrera hasta la chacra de Aramberri en Neuquén. “Con tal de desprenderse del orujo, que es un residuo, las sidreras y jugueras te lo dan”, aclara y explica que él solo se hace cargo del flete.

En la actualidad, la planta recibe la materia prima de Cipolletti, que está a 15 kilómetros de distancia, por lo que el transporte es “más corto y barato”. Una vez que llega a la estancia, se descarga con una pala cargadora dentro de un mixer que fue modificado por Aramberri. 

“Inventé una máquina para la cual ese orujo que va cayendo sale moldeado y cortado listo para embolsar”, detalla. Sin embargo, cuando salen de la máquina, los panes no se pueden tocar, porque son como “flanes”. Al ser un 80% agua, es necesario dejarlos secar y, según la época del año que sea, pueden pasar entre una o tres semanas para que pierdan la humedad. Asimismo, Aramberri debe ir cambiando de posición los “troncos” para que haya mayor superficie de secado. En época de cosecha, la empresa trabaja con cuatro empleados.

Al confeccionar los panes, tienen un “techo” en los costos, que es el precio de la leña de madera. “No puedo venderlo más cara que la leña. Tenemos como limitante el sacarle el agua sin gasto. Por eso lo secamos al aire, con sol y viento”.

Anualmente, reciben alrededor de 5000 toneladas de orujo y lo transforman en 500 toneladas en seco. Cada pan mide 10 x 25 x 15 centímetros y los pallets de 300 kilos de 1,2 x 120 x 1 metro.

Actualmente, solo es posible adquirir los panes en la chacra y el precio de venta es de 30 pesos el kilo. “Son baratas y accesibles para el público de Neuquén”, considera y compara con el valor de las leñas de madera. Asimismo, los panes de orujo no largan ni aroma ni sabor. “Si bien hay algunas personas que dicen que sí, la gran mayoría afirma que no transmiten eso. Acá los probaron distintos chefs de altas categorías del Sur y dicen que es una leña fabulosa. Incluso la usaron para ahumar”, expresa.

Por otro lado, se trata de un producto liviano y limpio. “Lo podés meter al lado de una salamandra y con tres o cuatro hojas de diario lo encendés. Un solo pan te da una llama fuerte y sus kilocalorías son intensas, por lo que ambienta el lugar. Después las brasas quedan una hora más despidiendo calor. Es algo que puede usar desde una abuela de 80 años hasta un pibe de seis”, describe.

A diferencia de una leña normal, no tarda en encenderse y su durabilidad depende de si se coloca en una estufa, un hogar o una parrilla. “Todo eso es química”, observa el emprendedor.

Si bien las ventajas de los panes de orujo son grandes, hay una gran desventaja, que Aramberri se encarga de señalar. “La idiosincrasia de la gente me impide ser masivo”, afirma en referencia a que, en el país del asado, es difícil que los argentinos quieran cambiar la madera por orujo. Para eso, asegura el emprendedor, necesitaría realizar una inversión en marketing, packaging y difusión.

A pesar de que “la tradición” le juega en contra, mucha gente se acerca a la chacra para comprar los panes. El boca en boca fue clave para masificar su producto y si bien muchos solo buscan probarlos, luego vuelven y se llevan mayores cantidades.

Una de las mayores oportunidades se le presentó hace unos años, cuando una consultora experta en soluciones ambientales se puso en contacto con Biot porque había una empresa que tenía orujo de fábrica y estaba con problemas para depositar el residuo. “Los únicos que cerrábamos el ciclo éramos nosotros, porque reciclamos el desecho”, recuerda Aramberri.

Pronto el esquema se transformó en un proyecto tripartito con la municipalidad de Allen, de Río Negro. La ciudad no cuenta con servicio de gas, por lo que el orujo de sidra era transportado al campo de Aramberri, donde se transformaba en panes y luego era vendido a la municipalidad, quienes los entregaban en los hogares para que los vecinos se calefaccionaran. En 2018 hicieron las primeras pruebas y la respuesta de la gente fue muy buena. “La aceptación era de un 97%”, rememora el veterinario. El proyecto duró un año y durante ese tiempo, desde Biot entregaron 80 toneladas del producto.

Aramberri reconoce que se puede vivir de este negocio, pero que es necesario desarrollarlo comercialmente. En este sentido, adelanta que tiene contactos en Chile para posicionar el producto allá. “Las posibilidades están, capaz tarda un año”, reconoce.

Además, entre los próximos pasos está el desarrollo del negocio del orujo en polvo. “El desafío es ver si se puede hacer pellet con esto. Tenemos que hacer pruebas, pero pelleteadoras en la región no hay”, se lamenta.