Una ciudad "escondida" debajo del estacionamiento de Rincón y Zabala - 05/08/2022 - EL PAÍS Uruguay

2022-09-18 17:48:43 By : Mr. curry zhang

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La invitación decía: “Nueva visita guiada. La ciudad escondida. Restos arqueológicos en el estacionamiento del Museo”. ¿Cuántas veces se puede conocer una excavación arqueológica en Montevideo para dejarla pasar? Las probabilidades son muy pocas y por eso 140 personas respondieron ayer a un inédito llamado del Museo Histórico Nacional que se repetirá el lunes y posiblemente otro día. El País llegó antes y dio un vistazo a la “ciudad en capas” que permanecía oculta en la esquina de Rincón y Zabala.

Catorce cateos en el predio que sirve como estacionamiento para la institución y empresas hoy cuentan la historia de “quiénes habitaron en el siglo XVIII y siglo XIX” en esa manzana de Montevideo.

Por fuera, los muros se diferencian de otros garajes del barrio solo por el color amarillo y las reproducciones de pinturas que pueden ser vistas dentro de la Casa de Fructuoso Rivera (Rincón 437). Adentro revelan una construcción colonial que todavía sigue en pie y llena de detalles que adquieren sentido cuando los explica la arqueóloga Verónica (más conocida como Nicole) De León, también máster en Antropología de la Cuenca del Plata y gestora cultural.

“Fue uno de los solares entregados a los pobladores. La primera referencia a una edificación es para el año 1751 a la que corresponden esos muros de piedra y el pavimento colonial con ladrillos de 40 centímetros por 20 de ancho y cinco o seis de espesor”. La mención a la medida no es solo para mostrar que son mucho más largos que los modernos sino porque respetaban las unidades de la época de las que hoy no se oye hablar: un cuarto por media vara (la vara castellana equivale a 0,83 metros).

Esa primera edificación perteneció al teniente gobernador y justicia mayor de la ciudadela de Montevideo Juan de Achucarro, quien desembarcó en la ciudad en 1727 conducido por su primo Francisco de Alzáibar, naviero y jefe de la expedición colonizadora, un verdadero monopolista del comercio exterior.

Pasada la colonia, el solar fue dividido para dar lugar a cuatro grandes residencias de familias patricias de las que se encontraron las cuatro cisternas. Quienes podían costear una, la construían en sus patios para recoger el agua de lluvia y evitar ir a las fuentes públicas (había algunas en donde hoy está el Teatro Solís y el anexo de Torre Ejecutiva).

De los ladrillos de un cuarto por media vara se pasa a otros de entre 36 y 37 centímetros y luego a otros más cortos. Así como se reducía el tamaño conforme pasaba el tiempo, se cambia el mortero. Los coloniales eran asentados con barro, los siguientes con arena y cal y los más modernos con portland. Y ahora todo está a la vista.

“La arqueología trabaja con documentos y con los materiales. A partir de la tipología constructiva, el tipo de aparejo, de cómo están puestos los ladrillos, cómo están colocadas las piedras y cómo están labradas y por el tipo de mortero podemos armar una cronología y aproximarnos a una época”, explicó. Cada cateo es un viaje al pasado.

La experta añadió en diálogo con El País: “Por eso (estos hallazgos son de) una ciudad en capas. Vemos distintos momentos y distintas ocupaciones desde la Colonia en adelante. Vemos cómo se reaprovecharon los elementos preexistentes para la construcción de otra cosa”. Y eso que De León y sus colegas Alejandro Dentone, Rodolfo Oliveira y Nahuel De Biasi solo excavaron dos metros.

El Museo Histórico Nacional hizo una invitación inédita: todo aquel que quiera ir a visitar la excavación arqueológica en su estacionamiento puede concurrir en días y horarios establecidos. Para la primera visita se anotaron 140 personas, incluidas clases de escuelas y liceos. Ante tal respuesta, la institución volverá a invitar para la semana que viene. El recorrido está a cargo por la responsable de los trabajos, la arqueóloga Verónica De León.

El equipo ya finalizó la prospección arqueológica y la excavación. Ahora queda continuar con el trabajo de documentación. Se arman fichas, se toman fotografías, se dibujan planos. Se hace un análisis exhaustivo del estado de conservación de cada elemento encontrado. “Con toda la información se genera un informe final con el diagnóstico, la valoración y la situación patrimonial”, apuntó De León. Aquí se indica que es lo que debe ser preservado (por ejemplo, la normativa indica que todo lo de origen colonial debe ser protegido) y, por lo tanto, integrado a un futuro proyecto de construcción para el predio, y aquello que puede ser impactado por una posible construcción, por ejemplo, porque no tiene valor patrimonial o porque está muy degradado y su conservación no es posible.

La excavación se inició en junio de este año porque existe el plan de convertir parte del estacionamiento en una ampliación del Museo Histórico y otra parte en un edificio de viviendas. La legislación patrimonial ordena que los padrones comprendidos en la Ciudad Vieja deben ser relevados antes de cualquier intervención arquitectónica por la posibilidad de hallazgo de vestigios de edificaciones históricas.

En el caso de este predio, hay varios elementos como los muros y los pavimentos coloniales que deberán ser preservados y puestos en valor por el futuro proyecto arquitectónico dado que son un bien patrimonial de la ciudad, uno que había quedado oculto bajo un estacionamiento en Rincón y Zabala.

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